Aznar returns

Hay que ver. Apagas la tele, olvidas actualizar el TL de Twitter o curiosear el Facebook durante unas cuantas horas y, de repente, te sumerges en una burbuja desinformativa de lo más inquietante. Acaban los Simpson y, como todo los días, trato de decidir entre mostrarle mi indignación al presentador del informativo o apagar la televisión, darme media vuelta, y dedicarme a otras cosas menos nocivas para el aparato digestivo. Estaba casi decidido que las sales de fruta de hoy tendrían forma de novela ambientada en el Pirineo. Quizá, incluso, la acompañaría de Verdi o Fito Cabrales, dependiendo del disco que dejase ayer dentro del aparato (eclecticismo en estado puro). Pero no. Las palabras con las que comenzaba el informativo han sustituido el «¡anda a la mierda!» por «a ver qué narices tiene que decir este ahora…». No se trata de Justin Bieber. Tampoco es Mourinho. Ni siquiera Rajoy al que, de vez en cuando, especialmente los viernes, procuro atender. Se trata de José María Aznar, expresidente de este nuestro país.

Resulta que, después de varios meses en silencio, ha decidido sincerarse y dejar claro todo lo que, para él, se está haciendo mal desde el gobierno de su amigo Rajoy. Y, créame el lector, no ha dejado títere con cabeza. Según dice, el gobierno necesita definir «unos objetivos históricos, tener un proyecto político muy claro y actuar de forma decidida para conseguirlos». Además, añade, «es necesario llevar a acabo una profunda reforma fiscal que baje los impuestos (…) y cree esperanzas para los españoles». ¡Toma ya! A ver si puedes digerir eso, Mariano (eso no lo dijo, pero lo pensó, seguro).

Hasta este entrevista, el colega Mariano tenía a favor la situación actual del principal partido de la oposición (como un lupanar sin dueña) como respuesta a los continuos ataques de la misma pero, desde hoy, con un expresidente de su propio partido en contra de prácticamente la totalidad de las medidas impuestas por el Equipo A de la tijera, la cosa se le complica un pelín. Y es que Aznar amenaza con volver para quedarse. No lo ha dicho tan claro pero, a las preguntas de la entrevistadora, no ha dejado muchas dudas al respecto. «Yo voy a cumplir mi responsabilidad conmigo mismo, con mi partido y con mi país». «Por ese orden» (añade un servidor).

En el pasillo del congreso esta mañana, ningún ministro quería hacer declaraciones sobre la entrevista de Aznar. El único que ha respondido(no sé muy bien si afectado directamente por los entrecomillados del expresidente o porque aprovecha cualquier ocasión para mostrar su «fina» ironía) ha sido Montoro defendiéndose en materia fiscal. Hoy no se reía como cuando anuncia recortes, no. Y es que, como es normal, no afectan igual las palabras escritas en miles de cartulinas blancas o verdes que pronunciadas tras un inmóvil bigote, aunque sean las mismas. Siempre ha habido clases.

Ahora entiendo la explosión vigoréxica de D. José María… Se estaba preparando para el segundo asalto. Entre repeticiones de abdominales y vueltas al chalet, ha estado planeando su regreso por la puerta grande, como a él le gusta. Sin embargo, mucho me temo que las mentiras que lo sacaron de la Moncloa lo pueden volver a introducir. Porque así somos en España: de memoria, vamos más bien justitos. En la memoria colectiva figuran ahora mismo, en primer lugar, las no menos mentiras de Zapatero tratando de ocultar los inicios de la crisis y la nula capacidad de maniobra para capearla lo mejor posible. Ahora bien, para descubrir las raíces de esta crisis, a nivel nacional, habría que mirar un poquito más atrás y analizar los libreladrillos y el cachondeo de felices años 20 en plena década de los 90 (ahora se lleva mucho lo retro). De eso no puede culparse a Zapatero, mal que pese a los abonados a Intereconomía que tanto gustan de las tertulias de Mario Conde denunciando robos y desfalcos (¡cáscatela, María Manuela!). Y así podríamos echar páginas atrás en todas las legislaturas de la democracia hasta darnos cuenta de que la gestión de recursos no es precisamente uno de los fuertes españoles.

Para mí, queda bastante claro que este bipartidismo PPSOE no nos lleva a ninguna parte. Sin embargo, las últimas encuestas vuelven a darle la victoria al PP y PSOE sigue quedando como principal partido de la oposición. No sé qué más hace falta para que quede clara la total nulidad de la casta política española. Ahora, el que quiera, puede creerse el discurso de Aznar, votarle, y esperar su triunfal regreso. Casi puedo imaginármelo surcando los cielos con leotardos ajustados, calzoncillos fosforito encima de estos y antifaz entre tópicas y superheroínas preguntas «¿es un pájaro, ¿es un avión?» Estaré cerca para gritar «es un vividor». Me voy a buscar criptonita…

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